El propio título: “El Terrorismo como estrategia económica”, dice mucho de la idea que se pretende desarrollar en estas páginas.
Que el terrorismo existe, que existen los grupos terroristas, la política del terror, los atentados y sus consecuencias, no es nada nuevo y no pasa desapercibido a nuestros sentidos y al día a día de nuestras efímeras vidas que cada vez adquieren menos valor.
Pero, de eso mismo, del valor, poco sabemos o poco nos paramos a pensar cuando hablamos del terrorismo, de sus motivaciones y de sus consecuencias. ¿Cómo se financian los grupos terroristas? ¿Quién o quienes costean los atentados? ¿Existe un entramado o red de financiación del terrorismo? ¿Cómo se lucha contra este fenómeno? Estas y muchas otras preguntas han rondado la cabeza de muchos sin encontrar respuesta hasta hoy día.
La financiación del terrorismo se ha convertido, especialmente a partir de los atentados del 11 de septiembre sobre el World Trade Center, en una prioridad en las agendas políticas nacionales de algunos Estados y en una prioridad internacional de carácter urgente. Sin embargo y a pesar de la imagen que se ofrece a través de los medios de comunicación y de las autoridades gubernamentales, la lucha contra la financiación del terrorismo no está dando los resultados esperados. En un inicio, la premisa de la que se partía era muy sencilla: si seguimos el rastro del dinero, podremos cortar los medios a través de los cuales se alimentan y desarrollan los grupos terroristas, y la consecuencia lógica será la progresiva decadencia y debilidad de los mismos para conseguir finalmente su inactividad. Medidas urgentes se han puesto en marcha desde los atentados del 11S a nivel internacional y tas el 11M a nivel europeo, para mejorar el control financiero y económico relacionado con el terrorismo. Después de un tiempo, los resultados no han sido optimistas.
Hoy en día nos encontramos con lo que se ha venido a denominar la “Nueva Economía del Terror”. Una economía, en parte subversiva y en parte paralela o inmersa incluso en la economía internacional y los flujos legales de bienes y divisas. Un entramado de empresas, entidades bancarias, pequeños negocios, aportaciones particulares y corporativas y crimen organizado, que se vale de la debilidad de algunos Estados y de los intereses de otros, para fomentar el vivero del terrorismo.
La globalización, las nuevas tecnologías, el nuevo orden internacional, la supresión de fronteras, el flujo masivo de los nuevos y veloces medios de transporte, el cambio geoestratégico tras el mundo bipolar de la Guerra Fría; estos factores son la principal base para que el terror económico genere y redistribuya riqueza para sus maléficos fines.
El terror se ha convertido en un sistema económico internacional, bajo el amparo de la yihad y de los grupos armados islamistas, bajo el amparo de los feudos de los grupos armados a través del mundo, bajo el amparo de gran número de negocios legítimos gestionados por organizaciones armadas, bajo el amparo de obras de beneficencia, caridad, asociaciones y ONGs y bajo el amparo del crimen organizado y el delito común o la delincuencia menor.
La red internacional de blanqueo de capitales y crimen organizado, en donde el tráfico de personas, armas y drogas estaba hasta hace poco bien diferenciado, ahora escapa totalmente al control policial y estatal. Es imposible en muchos casos diferenciar el blanqueo de capitales provenientes del terrorismo, del proveniente de la cocaína colombiana, el hachís marroquí, el opio afgano, las armas de Europa del este o los inmigrantes subsaharianos o de la Asia sur oriental.
Cuatro son las principales fuentes de financiación del terrorismo y los grupos terroristas: el apoyo estatal y las subvenciones de los Estados, las fuentes legales y negocios legítimos, el crimen organizado y la delincuencia común.
Hasta hace pocos años el apoyo de los Estados y la delincuencia común partían, una como principal fuente de financiación y la otra como una pequeña fuente pero muy utilizada y que generaba más sugestión, riesgos y apariencia de debilidad a los terroristas, convirtiéndolos, en muchas ocasiones, en criminales locales.
El blanqueo de capitales y las redes legales de financiación son hoy en día el quebradero de cabeza de los que se dedican en cuerpo y alma a la tenaz lucha contra el terrorismo, la financiación terrorista y la nueva economía del terror.
Sin embargo, no debemos olvidar que uno de los terrorismos que más daño ha hecho a la humanidad a lo largo del siglo XX ha sido el temible terrorismo de Estado. La debilidad de algunos y los intereses de otros siguen hoy aupando a los grupos terroristas y dándoles alas en forma de indulgencia y unidades monetarias. Y no hablamos sólo de los sabidos feudos del terror como Sudán, Afganistán, Palestina o Sierra Leona. Tampoco de países que de manera “indirecta” ceden terreno y poder al terror, como puede ser el caso de Colombia, Argelia o Mauritania. Ni siquiera de países que han apoyado a grupos terroristas o que han practicado el terrorismo estatal en busca de supuestos fines lógicos y generales que justificaban medios ilegítimos, como pueden ser los Estados Unidos, Rusia, Argentina, Nicaragua, Cuba, Chile o incluso Francia en su día. Nos referimos a nuestro propio país, España. Que con su ineficacia política y parsimonia judicial permite que grupos como Asociación Nacionalista Vasca o el Partido Comunista de las Tierras Vascas, así como pequeños grupos de la izquierda abertzale, o asociaciones pro etarras como las herriko tabernas y otras, estén legalizados y recibiendo suculentas y sustanciosas subvenciones del Gobierno Vasco, del Parlamento Vasco, de las Diputaciones Forales, de los Ayuntamientos e incluso de los fondos de la Unión Europea.
Hablamos además no sólo de “actos de violencia para infundir terror”, que es como el Diccionario de la Real Academia Española define el terrorismo, sino de actos sutilmente programados en países claves, en entidades clave, en corporaciones clave, en centros y ciudades clave. Actos de terror producidos en lugares y días específicos, muy bien estudiados. Que no sólo buscan infundir terror. Que no sólo tienen fines políticos o geográficos. Sino que establecen una marcada pauta y unas minuciosamente estudiadas consecuencias económicas, financieras y geoestratégicas. Hablamos de una economía en rápido crecimiento, que duplica anualmente el Producto Interior Bruto del Reino Unido. Estamos ante un nuevo modelo de economía que no lucha por competir con las demás economías, sino que pretende derrocar y aniquilar a los demás modelos con el miedo, la destrucción, el desgaste y la muerte.
Y para comprender este fenómeno en el que estamos inmersos debemos antes saber qué es el terrorismo, quiénes son los terroristas, cuáles son los grupos terroristas, y posteriormente, saber cuáles son nuestras armas ante ellos, qué leyes nos amparan, qué leyes los inculpan, y en qué posición estamos ahora mismo.
Que el terrorismo existe, que existen los grupos terroristas, la política del terror, los atentados y sus consecuencias, no es nada nuevo y no pasa desapercibido a nuestros sentidos y al día a día de nuestras efímeras vidas que cada vez adquieren menos valor.
Pero, de eso mismo, del valor, poco sabemos o poco nos paramos a pensar cuando hablamos del terrorismo, de sus motivaciones y de sus consecuencias. ¿Cómo se financian los grupos terroristas? ¿Quién o quienes costean los atentados? ¿Existe un entramado o red de financiación del terrorismo? ¿Cómo se lucha contra este fenómeno? Estas y muchas otras preguntas han rondado la cabeza de muchos sin encontrar respuesta hasta hoy día.
La financiación del terrorismo se ha convertido, especialmente a partir de los atentados del 11 de septiembre sobre el World Trade Center, en una prioridad en las agendas políticas nacionales de algunos Estados y en una prioridad internacional de carácter urgente. Sin embargo y a pesar de la imagen que se ofrece a través de los medios de comunicación y de las autoridades gubernamentales, la lucha contra la financiación del terrorismo no está dando los resultados esperados. En un inicio, la premisa de la que se partía era muy sencilla: si seguimos el rastro del dinero, podremos cortar los medios a través de los cuales se alimentan y desarrollan los grupos terroristas, y la consecuencia lógica será la progresiva decadencia y debilidad de los mismos para conseguir finalmente su inactividad. Medidas urgentes se han puesto en marcha desde los atentados del 11S a nivel internacional y tas el 11M a nivel europeo, para mejorar el control financiero y económico relacionado con el terrorismo. Después de un tiempo, los resultados no han sido optimistas.
Hoy en día nos encontramos con lo que se ha venido a denominar la “Nueva Economía del Terror”. Una economía, en parte subversiva y en parte paralela o inmersa incluso en la economía internacional y los flujos legales de bienes y divisas. Un entramado de empresas, entidades bancarias, pequeños negocios, aportaciones particulares y corporativas y crimen organizado, que se vale de la debilidad de algunos Estados y de los intereses de otros, para fomentar el vivero del terrorismo.
La globalización, las nuevas tecnologías, el nuevo orden internacional, la supresión de fronteras, el flujo masivo de los nuevos y veloces medios de transporte, el cambio geoestratégico tras el mundo bipolar de la Guerra Fría; estos factores son la principal base para que el terror económico genere y redistribuya riqueza para sus maléficos fines.
El terror se ha convertido en un sistema económico internacional, bajo el amparo de la yihad y de los grupos armados islamistas, bajo el amparo de los feudos de los grupos armados a través del mundo, bajo el amparo de gran número de negocios legítimos gestionados por organizaciones armadas, bajo el amparo de obras de beneficencia, caridad, asociaciones y ONGs y bajo el amparo del crimen organizado y el delito común o la delincuencia menor.
La red internacional de blanqueo de capitales y crimen organizado, en donde el tráfico de personas, armas y drogas estaba hasta hace poco bien diferenciado, ahora escapa totalmente al control policial y estatal. Es imposible en muchos casos diferenciar el blanqueo de capitales provenientes del terrorismo, del proveniente de la cocaína colombiana, el hachís marroquí, el opio afgano, las armas de Europa del este o los inmigrantes subsaharianos o de la Asia sur oriental.
Cuatro son las principales fuentes de financiación del terrorismo y los grupos terroristas: el apoyo estatal y las subvenciones de los Estados, las fuentes legales y negocios legítimos, el crimen organizado y la delincuencia común.
Hasta hace pocos años el apoyo de los Estados y la delincuencia común partían, una como principal fuente de financiación y la otra como una pequeña fuente pero muy utilizada y que generaba más sugestión, riesgos y apariencia de debilidad a los terroristas, convirtiéndolos, en muchas ocasiones, en criminales locales.
El blanqueo de capitales y las redes legales de financiación son hoy en día el quebradero de cabeza de los que se dedican en cuerpo y alma a la tenaz lucha contra el terrorismo, la financiación terrorista y la nueva economía del terror.
Sin embargo, no debemos olvidar que uno de los terrorismos que más daño ha hecho a la humanidad a lo largo del siglo XX ha sido el temible terrorismo de Estado. La debilidad de algunos y los intereses de otros siguen hoy aupando a los grupos terroristas y dándoles alas en forma de indulgencia y unidades monetarias. Y no hablamos sólo de los sabidos feudos del terror como Sudán, Afganistán, Palestina o Sierra Leona. Tampoco de países que de manera “indirecta” ceden terreno y poder al terror, como puede ser el caso de Colombia, Argelia o Mauritania. Ni siquiera de países que han apoyado a grupos terroristas o que han practicado el terrorismo estatal en busca de supuestos fines lógicos y generales que justificaban medios ilegítimos, como pueden ser los Estados Unidos, Rusia, Argentina, Nicaragua, Cuba, Chile o incluso Francia en su día. Nos referimos a nuestro propio país, España. Que con su ineficacia política y parsimonia judicial permite que grupos como Asociación Nacionalista Vasca o el Partido Comunista de las Tierras Vascas, así como pequeños grupos de la izquierda abertzale, o asociaciones pro etarras como las herriko tabernas y otras, estén legalizados y recibiendo suculentas y sustanciosas subvenciones del Gobierno Vasco, del Parlamento Vasco, de las Diputaciones Forales, de los Ayuntamientos e incluso de los fondos de la Unión Europea.
Hablamos además no sólo de “actos de violencia para infundir terror”, que es como el Diccionario de la Real Academia Española define el terrorismo, sino de actos sutilmente programados en países claves, en entidades clave, en corporaciones clave, en centros y ciudades clave. Actos de terror producidos en lugares y días específicos, muy bien estudiados. Que no sólo buscan infundir terror. Que no sólo tienen fines políticos o geográficos. Sino que establecen una marcada pauta y unas minuciosamente estudiadas consecuencias económicas, financieras y geoestratégicas. Hablamos de una economía en rápido crecimiento, que duplica anualmente el Producto Interior Bruto del Reino Unido. Estamos ante un nuevo modelo de economía que no lucha por competir con las demás economías, sino que pretende derrocar y aniquilar a los demás modelos con el miedo, la destrucción, el desgaste y la muerte.
Y para comprender este fenómeno en el que estamos inmersos debemos antes saber qué es el terrorismo, quiénes son los terroristas, cuáles son los grupos terroristas, y posteriormente, saber cuáles son nuestras armas ante ellos, qué leyes nos amparan, qué leyes los inculpan, y en qué posición estamos ahora mismo.
2 comentarios:
pon algo mas que estoy muy intrigada e interesada por el tema.
Estimado señor:
He leído que entre sus pasiones se encuentra la historia militar.
Le animo a entrar en mi blog, pues en el he empezado a publicar un, más o menos extenso artículo acerca del Reembarque de Dunkerque. Cada semana incluiré una parte hasta completarlo. Espero que le sea de interés, por mi parte he realizado una serie de lecturas, (a falta de poseer una obra monográfica) que me han permitido profundizar mínimamente en el tema en cuestión.
Un afectuoso saludo.
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